Josep M. Julià: “Trabajamos en el Plan Urbanístico en el momento en que estaba todo por hacer»

Josep M. Julià: “Trabajamos en el Plan Urbanístico en el momento en que estaba todo por hacer»

Nos encontramos en EMAV (Escuela de Medios Audiovisuales), en su sede, en el bloque 7 de la antigua fábrica de Can Batlló, en el barrio de la Bordeta. Esta nueva ubicación ha hecho que la escuela amplíe su superficie hasta 5.460 m2, pasando de 400 alumnos a 600. Por otra parte, el centro formativo cuenta actualmente con unas instalaciones de ensueño para los futuros profesionales del audiovisual.

El arquitecto y diseñador responsable del proyecto de la primera nave completamente rehabilitada del antiguo recinto fabril de Sants-Montjuïc es Josep M. Julià, “lápiz de oro” del Ayuntamiento de Barcelona. Al mismo tiempo, Julià es arquitecto director de JAAS (Julià Arquitectos Asociados).

 

Con el nombre “lápiz de oro” se conoce al grupo formado por trece arquitectos que fueron escogidos a principios de la década de los años 80 para transformar de forma radical la ciudad de Barcelona. Un profesional para cada distrito con una misión en común: rehabilitar la ciudad para asegurar el bienestar de sus ciudadanos y ciudadanas.

Justamente cuando acabaron sus estudios de Arquitectura, con el cambio de régimen, el primer Ayuntamiento democrático de Barcelona inició un plan urbanístico para hacer proyectos de ciudad y con este objetivo se creó el Servicio de Proyectos Urbanos.

En aquel momento, “Estaba todo por hacer. Todo por hacer quiere decir todo”. Se habían hecho cosas en épocas anteriores, durante la economía de posguerra, pero eran proyectos depredadores de la ciudad. Calles sin asfaltar, necesidad de farolas, papeleras, barandillas. Llevaron a cabo miles de calles, plazas, escuelas, polideportivos, bibliotecas. Se desarrolló este plan urbanístico para acabar con una etapa larga y gris de posguerra, caracterizada por un gran volumen de necesidades sociales sin cubrir.

A estos profesionales que integraron el proyecto se les atribuyo el apodo “lápices de oro” porque efectivamente eran los estudiantes más brillantes de la escuela y destacaban por su habilidad en el momento de dibujar y diseñar. Los resultados eran de tal calidad que parecía que hubieran utilizado un lápiz de oro.

 

  • Empezamos por las raíces. ¿Por qué escogiste la profesión de arquitecto y diseñador?

Elegí esta profesión a los 12 años. Recuerdo que me preguntaban «¿qué quieres ser de mayor?», la típica pregunta que hacen a los niños. Yo respondía: arquitecto o ingeniero de caminos. Tenía un referente en la familia, un tío-abuelo que era arquitecto, Manuel Maria Mayol i Ferrer, que hizo obras importantes aquí en Barcelona: el Palacio de la Agricultura, actual sede del Teatro Libre y del Mercado de las Flores, el pabellón de la Caixa que ahora es el Instituto Cartográfico, entre otros.

 

  • ¿Podrías nombrar tres arquitectos de referencia?

En la Escuela de Arquitectura se enseñaba el movimiento moderno: la Escuela de Barcelona que era lo que se llevaba en aquella época. Por ello, con unos cuantos compañeros, cuando terminamos nuestros estudios, decidimos hacer una ruta a través de la arquitectura de Gaudí ya que su obra no había formado parte de nuestra formación. En palabras de algún profesor: «Gaudí tenía un racionalismo extraño». Seguramente ahora ya no dice lo mismo observando el fenómeno en el que se ha convertido con el paso de los años.

Otro profesional de referencia lo descubrimos a partir de los viajes que hacíamos de jóvenes: Alvar Aalto, arquitecto nacional finlandés. Hicimos un viaje por toda Finlandia, siguiendo su arquitectura no racionalista, le decían Arquitectura Orgánica porque se adaptaba mucho al paisaje, muy detallista.

Finalmente, un arquitecto contemporáneo de gran importancia es Rafael Moneo. Había sido profesor nuestro y ya de muy joven consiguió ser un arquitecto muy reconocido. Había desarrollado obras con un argumento intelectual, muy sólido, que le daban autoridad.

Tampoco quisiera olvidar a Josep Antoni Coderch i de Sentmenat, un gran maestro de muchas generaciones de arquitectos.

Ahora que reflexiono, creo que estas tendencias de referencia, el Modernismo y la Arquitectura Orgánica, son las que nos aportaron el gusto por el detalle a algunos de los «lápices de oro».

 

  • Más allá de las personas, ¿tienes alguna otra fuente de inspiración?

Como todo en la vida, uno va experimentando muchas cosas, pero yo creo que la fuente de inspiración te tiene que coger trabajando. Nosotros somos de la época en que trabajábamos con lápiz y papel hasta que te salía algo a partir de tu cúmulo de experiencias: el espacio, otras obras, otros arquitectos, la naturaleza, etc. Siempre empiezas con el papel y el lápiz para crear.

 

  • ¿Qué consejo le darías a un estudiante de Arquitectura?

Lo importante es que el trabajo que hagas te apasione porque es un oficio que requiere mucho esfuerzo y mucha paciencia. Me tocó hacer de tutor de alumnos que estaban realizando el Proyecto de Fin de Carrera -actualmente, Trabajo Final de Grado- y recuerdo que tuve una alumna que me decía: «Me he dado cuenta de que esto de la Arquitectura es muy lento y muy largo».

Persistir, no desfallecer y trabajar mucho son aspectos de vital importancia en esta profesión. Este mismo edificio, la sede de la EMAV, ha tardado 6 años en finalizar, desde que se planteó el proyecto hasta que se ha acabado.

 

  • Si tienes que escoger, ¿obra nueva o rehabilitación? 

Cuando vas por el mundo y ves casas, edificios… piensas: «Esto lo ha firmado un arquitecto». Por lo tanto, si te encargan construir un edificio o una casa, tu responsabilidad es muy grande porque queda. Este es el riesgo y el compromiso que tienes en una obra nueva. Empiezas de cero y tienes que asumir esta responsabilidad con conocimiento.

Por el contrario, cuando haces una rehabilitación, tienes que pensar qué quieres conservar del edificio original y qué proyecto tienes que plantear para que esto sea posible. Llegas a un compromiso para preservar el edificio. Cuando se habla de patrimonio público significa que, si heredamos esto y le reconocemos unos valores, los tenemos que transmitir a las siguientes generaciones en condiciones.

Sin embargo, en las rehabilitaciones es importante analizar (siempre que sea posible) la biografía de los arquitectos que han trabajado. Los debes analizar y entender por qué lo hicieron así. Esta tarea tiene especial interés desde el momento que llega el concepto de monumento, cuando un edificio se considera monumento. El primer catálogo de monumentos de España lo hace la República en 1931 porque hubo un desbarajuste considerable en contra de muchos monumentos de la iglesia y, a fin de protegerlos, se catalogaron muchos. En el primer momento que aparece este concepto de monumento en Europa, se vincula con el sentimiento de pertenencia y, por tanto, se identifican edificios símbolo de una nación. Estas catalogaciones nos ayudan a conocer los proyectos y a entender el porqué de las actuaciones de los arquitectos.

 

  • En el momento de llevar a cabo una obra, ¿cuál es tu parte preferida?

Los proyectos y las obras tienen muchas etapas. Cuando planteamos un proyecto, las establecemos: estudios previos, proyectos, proyectos base, ejecución y obra. Las primeras fases son las más estimulantes porque son las más creativas y fijas los objetivos del proyecto.

Después llega todo el tema normativo y de implantación de las instalaciones, que todo funcione, etc. Y hay momentos en que un proyecto puede entrar en crisis. Por ejemplo, aquí, en esta fachada interior del EMAV, habíamos pensado que esta fuera toda de vidrio. Pero, resultó que se iba a instalar un estudio de sonido y el vidrio no es suficiente para resolver la acústica del espacio. Así, aunque tuvimos que cambiar el material, conservamos la idea general del proyecto.

Cuando se trata de una obra nueva, es algo más sencillo, pero en edificios antiguos te puedes encontrar con muchas sorpresas por mucha información que tengas y por mucho que lo hayas analizado en los estudios previos. Algunas son sorpresas positivas: puedes llegar a encontrar partes o elementos artísticos que habían quedado ocultos.

 

  • ¿Cuál es la obra que más te ha marcado hasta el momento?

La obra que he llevado durante más tiempo, durante 30 años, y todavía llevo es el Monasterio de Pedralbes.

Actualmente, es muy difícil que un mismo equipo lleve la conservación de un edificio durante tanto tiempo. Esto ocurría en la Edad Media: los maestros de obra de las catedrales tenían esta función y la tarea se iba pasando de padres a hijos. Un trabajo tan prolongado no es habitual, pero ciertamente hay otros edificios como la mezquita de Córdoba o la catedral de Sevilla que tienen su arquitecto conservador. Normalmente, los grandes edificios tienen arquitectos conservadores que no cambian durante muchos años.

 

  • ¿Qué crees que se aportan mutuamente un arquitecto y una empresa como OIC Penta?

Cosas que agradeces a las obras son, en primer lugar, que haya un interés por hacer una buena ejecución, con aportaciones y mejoras por parte de la empresa, esto aporta un valor añadido. OIC Penta ofrece este valor añadido en su labor. Agradeces las obras en las que hay gente competente detrás y confías plenamente en ellos y ellas.

Por esta razón, con Penta compartimos varios premios en el proyecto de Citilab de Cornellà: Premio Bonaplata 2009 y un premio internacional sobre la globalidad del proyecto que valoraba diferentes aspectos: el diseño arquitectónico, la gestión del propio proyecto y, finalmente, su repercusión social.

 

Para terminar la entrevista, visitamos las instalaciones del EMAV. A partir de esta ruta apreciamos la labor de uno de los arquitectos conocido como «lápiz de oro» y su gusto por los detalles.